Sr. Director de IDEAL:
Podemos disfrutar los días en que la temperatura es algo más agradable de una ciudad invadida por las bicicletas, vehículos nada contaminantes, silenciosos y que permiten a quien los utiliza hacer ejercicio y guardar la línea; sin que sea necesario recurrir a esas operaciones carísimas de cirugía estética ni a unas machaconas sesiones de gimnasio, cuando vislumbramos que los paseos playeros se acercan. Bicicletas que en una ciudad del sur de Europa, podían ser una alternativa estupenda al engorroso problema del tráfico.
Sin embargo Granada es una ciudad realmente incómoda y huraña con ellas, pero no por la ciudad en sí, sino por esos que se han empeñado en no dejar un sólo carril-bici y optar por invadir la ciudad de coches que dificultan totalmente el tránsito y elevan la temperatura más de lo que el propio estío ya hace.
Me gustaría que la gente conociera otras ciudades históricas europeas
como Brujas o San Sebastián, en las que se puede ir paseando o en bici por su centro
histórico. A nosotros esa idea nos asusta porque el coche lo hemos
convertido en el símbolo del prestigio social y somos incapaces de
dejarlo y siempre lo utilizamos.
El otro día observé cómo una familia de turistas intentaba atravesar el centro de Granada en unas alegres bicis y el rencor que parecía desatar en algunos conductores que con fuertes pitidos delataban su atrevimiento de conocer nuestra maravillosa ciudad sin contaminarla. Pobres.
Podemos disfrutar los días en que la temperatura es algo más agradable de una ciudad invadida por las bicicletas, vehículos nada contaminantes, silenciosos y que permiten a quien los utiliza hacer ejercicio y guardar la línea; sin que sea necesario recurrir a esas operaciones carísimas de cirugía estética ni a unas machaconas sesiones de gimnasio, cuando vislumbramos que los paseos playeros se acercan. Bicicletas que en una ciudad del sur de Europa, podían ser una alternativa estupenda al engorroso problema del tráfico.
Sin embargo Granada es una ciudad realmente incómoda y huraña con ellas, pero no por la ciudad en sí, sino por esos que se han empeñado en no dejar un sólo carril-bici y optar por invadir la ciudad de coches que dificultan totalmente el tránsito y elevan la temperatura más de lo que el propio estío ya hace.
"Si esos idiotas cogieran el bus, yo ya estaría en casa..." |
El otro día observé cómo una familia de turistas intentaba atravesar el centro de Granada en unas alegres bicis y el rencor que parecía desatar en algunos conductores que con fuertes pitidos delataban su atrevimiento de conocer nuestra maravillosa ciudad sin contaminarla. Pobres.
(Publicado IDEAL, Cartas al director, 6-7-2007)
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